viernes, 21 de octubre de 2016

Rafael Landivar y Caballero


Rafael Landivar y Caballero
1731-1793


Nació en la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala y murió exiliado en Bolonia, Italia el 27 de septiembre de 1793.  Jesuita y poeta, gran cultivador de la poesía épica. Descendiente de Bernal Díaz del Castillo de padres nobles inicia su formación académica en el Colegio Mayor Universitario de San Borja que al mismo tiempo era Seminario Jesuita. En 1744 se inscribe en la Real y Pontifica Universidad de San Carlos de Borromeo confiriéndosele el grado de Bachiller en Filosofía  a los dieciséis años continúa sus estudios de Teología en Tepotzotlán, México  ordenándose  sacerdote en 1755. A su regreso a Guatemala se desempeña como  rector del Colegio San  Borja, a los treinta y seis años sale al exilio debido a la orden de expulsión de los jesuitas decretada por Carlos III. Embarcándose a Italia (1767) estableciéndose en Bolonia en donde trabaja como preceptor de los condes de Albergati. Sus restos son repatriados a Guatemala en 1950.

Producción Literaria:
Aunque es escasa, su obra más destacada es la Rusticatio Mexicana publicada en Modena en 1781 y posteriormente en Bolonia y en Leipzing en 1782 3n su tercera edición. Obra que ha motivado que algunos hayan llamado al autor el Virgilio americano. Escrita en latín, lengua usada entonces por los humanistas, consta de quince cantos, una advertencia y un saludo a la ciudad de Guatemala,  es una lección de amor patrio por el dolor del destierro. A la vez que canta emocionado las excelencias de las tierras americanas, a sus bellezas y fecundidad, a la fauna y flora, y muy especialmente al hombre trabajador, tenaz que doméstica, transforma y humaniza el medio ambiente. Precursor de las ideas de libertad e independencia que fructifican tiempo después.

La obra es la expresión del exiliado como testimonio de su amor por las lejanas tierras de la patria amada. De gran intensidad lírica, alterna con la poesía, descripciones geográficas con las actividades agrícolas haciéndolas parecer un tratado de ecología. A través de las narraciones es posible formarse la idea de cómo se desarrollan los métodos y estrategias utilizadas en esa época para la siembra y el cultivo de los principales productos que sostenían la economía colonial el nopal, la grana de donde se producía el añil.

Sus cavilaciones sobre la flora y la fauna son enormes retratos tropicales en donde el lector puede deleitarse con la belleza de las aves y del territorio americano, que pueden ser comparados con los del escritor Andrés Bello, en su Silva a la Agricultura.

José Mata Gavidia en su obra: Landivar. El Poeta de Guatemala. Nos dice sobre el autor: “… En la Rusticatio Mexicana canta con entrañable amor a la gente del campo, a los indios, a los negros, a los colonos de las fincas, porque sabía que ellos, y las plantas de los bosques y las fieras de las selvas eran lo más digno de ser cantado en la campiña americana”. (pág. 14)

Este es otro aspecto bien logrado de Landivar, el presentar una visión real del trabajador durante la colonia despojado de todo romanticismo idealista. Lo cierto es que la Rusticatio Mexicana parece más una monografía de Guatemala y México en donde  el escritor  hace una especie de catálogo de lo que América puede ofrecerle a Europa, como una idea de la Ilustración.

Entre las traducciones del Salve, Cara Parens de Rafael Landivar, del libro de la Editorial “José Pineda Ibarra” he tomado la de la página 71un breve fragmento que dice:
Salve Cara Parens, Dulcis Guathimala, Salve (Traducción de Domingo Dieguez, anterior a 1836)

            ¡Salud, salud, oh dulce Guatemala
                        Origen y delicia de mi vida!
                        Deja, hermosa que traiga a la memoria
                        Las dotes, las ofrendas que convidas;
                        Tus fuentes agradables, tus mercados,
                        Tus templos, tus hogares y tu clima.

            Ya me parece que tus altos montes
                        A lo lejos mi vista determina,
                        Y las praderas y campiñas verdes
                        Que eterna primavera fertiliza.

            Cada rato me acercan las ideas
                        De los torrentes de aguas cristalinas,
                        Y sus playas techadas de sombríos,
                        Por donde las corrientes se deslizan:
                        Los retretes de adornos decorados;
                        Y los vergeles de las rosas chiprias.

            ¿Qué fuera, si yo el lujo recordase
                        De dorados damascos y cortinas,
                        Ya de sedas vistosas, ya de lanas
                        Con la tiria escarlata bien teñidos?



Información reunida por:
Margarita Carpio Alarcon




Referencias:
Diccionario de Literatura Latinoamericana. América Central. Primer Tomo. Washington, D.C. 1963
 Días Vasconcelos, Luis Antonio. Apuntes para la Historia de la Literatura Guatemalteca.
Leal G. José Luis. Antología de Escritores Guatemaltecos. Guatemala, C.A. 1980.

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